Todos los eslabones de la cadena han de adaptarse
Estamos inmersos en un tsunami del que nos va a ser difícil salir sin una tabla que nos ayude a surfear. Y además debemos tener muy clara la dirección y el puerto de destino. No esperemos a que lleguen vientos favorables que nos arrastren sin tener claro el rumbo y lugar de destino.
Todos estos nuevos factores que llegaron: Internet, tecnologías conectadas, nuevos sistemas de venta… ya dejaron de ser el futuro y vinieron para quedarse.
Todo está sufriendo una profunda transformación a la que tenemos que acostumbrarnos y con la que tenemos que convivir. Nuestro sector no es una excepción, aquella cadena de la que hablábamos en el pasado -fabricantes, mayoristas, viajantes, tiendas y cliente final- pasó a mejor vida. El fabricante ha de pensar desde el principio en el cliente final, pero buscando el camino y la adaptación a los nuevos tiempos. Ni todo lo viejo ha de ser destruido, ni todo lo nuevo es dogma de fe.
Está muy claro que los cambios son bruscos. Nuevos gustos, nuevos hábitos de compra, un sistema mundial diferente, una juventud con otra educación y formación… Algunos dicen que las nuevas tecnologías y el comercio electrónico ya no son el futuro, si no que ya son el pasado.
Llevamos tiempo esperando en la estación para subirnos a un tren que sea el adecuado, el nuestro; pero llegó el momento de hacerlo. O nos subimos ahora o el tren de las oportunidades ya no volverá a pasar por nuestra puerta.
Todos, todos los eslabones de nuestra cadena sectorial han de adaptarse para sobrevivir. Unos han de analizar el qué producir para el consumo actual, otros el cómo mostrarlo y llegar al punto de venta, y este ha de tener muy claro lo que compra, cómo lo compra, a quién lo compra y para quién lo compra.
Debemos pensar que se compra siempre para un cliente final, no para nosotros, ni para lucir en los escaparates. Y lo que es mucho más importante: Qué rentabilidad nos deja ese producto al término de la operación. Esta es la clave del éxito. Porque trabajar mucho y vender mucho sin rentabilidad es perder el tiempo y arruinar el negocio.